"Dengan air mata di tenggorokan saya": Indo-pop cebolla y la pena infinita

Zalo Reyes, cantante de boleros y jalero profesional junto a Suharto, difunto presi-dictador indonesio y rival de Pinocheque en corruptelas.

Además de ser un pueblo al sur de EEUU y madriguera de gente ruidosa, Latinoámerica es un lugar de contrastes emocionales: gracias a ser un crisol de razas y pueblos de origenes muy diferentes, pudieron sincretizar muchas de sus manifestaciones artísticas y convertirlas en una sola con identidad propia. Por ejemplo, se sabe que la cumbia y la saya tienen sus raíces en los bailes de pueblos de África central que fueron traídos como esclavos a las colonias, pero cuando los comparas puedes distinguir uno del otro. Lo mismo con la música, lo mismo con la pintura y todo el webeo. Pero el contraste con que parto está en que, fruto de esta mezcla, nacieron ritmos alegres derivados de esta percusión tribal y festiva, pero a su vez, quizás saliendo desde los Andes, bajaron unas melodías lo bastante tristes como para querer servirse la copa rota. Estas melodías entraron a los tugurios de mala muerte, tomaron una guitarra y salieron tambaleándose en copete y amores rotos. Así comenzó a deambular por latinoamérica la música cebolla.
Quizás me dirán que es así en todas partes, que los ingleses tienen britpop alegre haciéndote mover las nalgas por un lado y a Radiohead haciéndote llorar como niña chiquita en el otro, pero no po. Allá es contextual, acá la música cebolla no respeta edad, sexo ni contexto. El espíritu escencial de la música cebolla, en especial de los boleros, sus máximos exponentes, es una letra rompecorazones y una guitarra acelerada y melancólica, como quien maneja curao para ver si reventarse la cabeza contra un muro de concreto sólido a 120 km/h le quita la pena. Y vaya que lo hace.
Les daría por firmado que donde sea, de México a Pingüinolandia, las mamás escuchan con amor estas canciones, las corean, hacen aseo con ellas y te cocinan rica comida con estas tonadas sin siquiera darle importancia al hecho de que tratan sobre amores perdidos y sueños de muerte. Les cambias eso por una cumbia alegre sobre mayonesas o momias que bailan y lo mismo, la disfrutarán igual. Es más, esa disociación es hereditaria y la sacaron de sus padres y nosotros continuaremos el legado, nos guste o no. La música cebolla, llamada snobmente kitsch, llegó para quedarse y, para muchos, su presencia al asear la casa seguirá siendo una weá sin explicación. Para más información, remítanse al libro de Ricardo Martínez "Clásicos AM", un buenísimo análisis de la música radial latinoamericana y a "Llora corazón" de Marisol García, que versa sobre este estilo en particular.
Eso con la escena latina, que la conocemos de toda la vida. El tema al que voy es completamente ajeno a nosotros, fácilmente podría estar hablándole de extraterrestres y sería lo mismo, porque estamos tan acostumbrados a compararnos con occidente y el lejano oriente, que rara vez recordamos o si quiera pensamos que en los lugares más a la conchetumare se vive, ama y muere igual que acá. Puede que hasta más.




Hace varias semanas atrás estaba con un insomnio horrible, por lo que para pasarlo me dio por buscar música en youtube que no está en Spotify. Específicamente una bellísima balada de Sumatra, Indonesia, con tintes de vals peruano llamada Borungku si Derita. No pregunten cómo las conozco, solo les diré que hay más de dos formas de viajar (que no son viajando, ni drogándose ni proyectando el cuerpo astral... puta, tres formas):


Ah que bonito.
De vez en cuando el algoritmo de recomendaciones se tira joyitas maravillosas, nunca hay que mirarlo a huevo, así que cuando vi la imagen de una mina llorando con toda la pinta de teleserie de Victoria Ruffo y su título en ese indescifrable lenguaje de Indonesia, no pude decirle que no. No, en serio, si intentas cacharlo desde cero es más indescifrable que la cresta, porque hablan javanés, sundanés, indonesio, malayo y hasta cebuano, entre otra ensalada más de idiomas. La cosa es que, de puro sapo e insomne, abrí el video y no alcancé a pasar los 3 minutos y solo quería soltar el tremendo puchero que se me formó en la garganta. Eso y la risa que tenía atravesada junto al puchero. Prepárense que, a diferencia de como me llamaron alguna vez, esto sí es dramático.

INCIPIT TRAGOEDIA!:


Primero, es inevitable no compararla con Myriam Hernandez, si weón, ¡esta weá es el "Se Me Fue"! Es la misma energía, el mismo drama y según se puede deducir por situación y título, parece ser sobre la muerte de su hermana. Es... brígido, es un tema triste. Como entonces andaba sensiblón, sonaba algo sobre amor perdido o la mujer muerta que deja a papá e hija y ya me daba la chiripiorca, porque le doy mucha importancia al sentimiento y situación expresados, a diferencia de las mamás que las escuchan estén felices o no; pero esto es otro nivel, se aleja completamente de, no sé, todo. Recuerdo que una vez un amigo me mostró a un músico de blues tocando y llorando y fue bonito, se notaba la emoción que trasmitía sin siquiera cantar, solo tocando la guitarra. Pero esto lo tiene todo, loco, es el medio repertorio histriónico desplegado en tu pantalla. No solo da la entonación de estar triste, las pausas son de estar llorando. Está hipando, tiene puchero, tiene un nudo doloroso en la garganta, está reventando en agua amarga, libera su tristeza como el Krakatoa sobre Sumatra en 1881. Es... fuerte. Fuertísimo. Pero no sabía que pensar, porque era TAN DEMASIADO harto que incluso me dio risa.
No obstante, recontextualicemos.
Según deduje, se le murió alguien a quien quería mucho, quizás la hermana, se lo comunicaron en una hoja de cuaderno Torre y partió a llorar sobre la tumba de patio de su ser querido. Puede que hasta sea un perro, a menos que allá entierren a los humanos muertos en el patio. No me miren, no soy un puto libro de antropología. Como sea, me cagó más la onda.

Pero las cosas se tornaron a azul a medida que amanecía y las imágenes de los videos recomendados transmitían más drama. Aún así, mi corazón arponeado estaba listo para lo que viniera.


Ahora es un trío, ahora son hombres, ahora el melodrama es tres veces más intenso. Las manos aletean de corazón a frente, externalizando un dolor que su presencia solo traspasa la barrera del lenguaje, mas no la razón de esta pena. Pero la pena está ahí. Debe ser lo mismo ser ellos y escuchar a Los Ángeles Negros y a Germaín de la Fuente con su voz trémula sintiendo una tristeza como para cortarse los cocos o las tetas, según sea el caso. Por eso las emociones son un lenguaje universal. Y si saber comunicarlos es una práctica teatral, pues los indonesios son los William Shatner de la weá. Algo que me llama la atención es el nivel de producción, la estética del ambiente y los intérpretes y los valores cebollas reflejados, que se me hacen tan cercanos que claro po, ahí entiendo, esto podría estar fácilmente viéndolo en las pantallas de un restaurant peruano y nadie notaría la diferencia hasta que se de cuenta de que faltan quenas. Y que no hablan español, también.
Aún era temprano y podía seguir. Temprano en términos relativos, porque eran las 7 de la mañana y es tarde para dormir, pero temprano para, no sé, dormir. Ergo, continué navegando por este agujero de gusano indonesio y la tragedia parecía haberse tragado al archipiélago.


Algo pasa en las islas, en serio. Todo es trágico. Esta Olga Tañón del sudeste asiático y su trio Mega Sister's nos traen una historia que por fin puede comprenderse vía video. Entre venas cortadas y llanto ahogado, nos narran las desventuras de un hijo medio metalero, medio Amerikan Sound, que deja a sus papases para irse a vivir solo, los padres sufren y alguna vecina bisagra les cuenta que su hijo querido está fumando marihuana en un depa más grande del que me podría costear. Al parecer su consumo es ilegal en el país isleño, porque le chantan unas rejas en CGI para demostrar que terminará encerrado por fumarse un cañito. Cañito bastante exiguo, por demás. Aún así, esta historia basta para que las lágrimas corran por la garganta, canalizando el dolor de una madre que ve a su hijo drogado y riéndose con Mr. Bean.



Esta historia ya es universal. Terbaru, otro trío vocal (lo que más hay, de hecho. Stereo 3 y Supernova podrían ser grandes allá), nos relatan la historia de una mina y su guagua que soportan a un weón basura que no la deja lavar la loza, quien además tiene el poder de arrojar vasos al suelo y que estos reboten sin quebrarse. Quizás por eso lo eligió, quizás eso nos falta a los demás. Entonces la protagonista relata su historia a una amiga o alguien, que no la pesca y que se queda mirando a la guagua.  La guagua llora por ahí, el tipejo llega echando la bronca y nos enseña que los tujas son iguales en todas partes, hasta que llegando al final, la amiga sostiene a la guagua y debemos entender qué ¿se sintió tan mal de que el weón que la violentaba la pateó y le regaló el bebé a la amiga porque le recordaba al tipejo, o la amiga se quedó con la guagua porque son una buena fuente de proteínas? Es su cultura, respetémosla. Por otra parte, notable desplante trágico de las Terbaru, sobre todo la chinita del collar dorado, hubahuba.



Seguidito me sale Trio Santana, otro power trio (duh) con tanta gallardía como la de Los Nocheros y tanta pasión y presencia como Adrián y los Dados Negros. Esta vez, la fuente primordial de la tragedia parece ser un hombre con una hernia discal o una caña muy mala. Hay escenas de un médico brujo, que o bien lo quiso sanar o le echaron un mal, y de ser esta opción cierta, todo parece indicar que una mina lo embrujó. Onda como en I Put a Spell on You, pero al vesre y malicioso. No me quedó muy claro que pasaba, pero si la brujería puede ser un elemento narrativo en las canciones de desamor megatrágico, entonces puta que país más bacán. No me extrañaría que fuera así, he visto cosas peores. He visto la cabeza de una bruja volar con las vísceras colgando por la selva y succionar a un recién nacido desde el mismísimo canal de parto. Interesante lugar esta Indonesia.
Aún así, no superó lo que vi después. A estas alturas se dirán "ya, esto fue dramático hasta el segundo, después solo sobreanalizaste" y les digo que no, no es sobreanálisis. Es subtexto. La tragedia permea a Indonesia y este video me lo reafirmó:


Si, me pregunté lo mismo. ¿Que weá pasó aquí? Esto a todas luces no es un video musical. Es decir, ni cagando. Ya, son buenos en exteriorizar sus dramas, pero ¿toda esa gente fingiendo un funeral? Y resulta que no, al parecer cantar baladas tristes en funerales es una tradición, no sé que tan ancestral y que tan masiva pero que, según noté, estas cantantes llamadas Romantis Trio perpetuan y mantienen.
Ver la imagen previa me removió los shufloides antes de abrirlo. "Wah, ¿en serio? ¿En serio puede ser MÁS dramático?". Resultó que si, porque las razones eran de peso. Del peso del muerto más el cajón. Alguien justificó su sueldo tirando un gif emoji triste en la pantalla, quizás para quitarle hierro al asunto, pero es imposible, es mucho dolor ajeno desbordante, a un nivel que te incomoda. Pero no a mí, hombre de pundonor, que seguí con más videos para saber en que punto esta weá terminaba, pero no se veía fin, seguía cada vez más fuerte y cada vez más raro. El tope fue encontrarme con el funeral de uno de los cantantes del mencionado Trio Santana. No podía dejar de pensar en cuantos litros de agua amarga se vertió ahí, cuantos brazos nadando en el aire, cuando llanto cara arriba... pero extrañamente salió mejor de lo esperado:



Es muy posible que lleguen a preguntarse si no fue solo un pequeño paseo por una escena no tan grande... miren, es posible, yo solo me pasé una mañana dando tumbos por youtube; si les interesa pueden buscar más. Nah, no les interesa. Además solo estaríamos rasgando la superficie, pues youtube no guarda todo. ¿Cuanto indopop cebolla estará perdiéndose en cassettes con óxido y vinilos húmedos? Pero cuando veo que un trio femenino dedica su carrera a cantar en funerales, veo a gente volcando todo su dolor y elevando su ki frente a la cámara y al micrófono, entonces duermo con la firme convicción de que esto es más que un hallazgo freak de insomnio y una onda pasajera. Es algo que le echan al agua, o es algo que quizás se arrastra con su historia o algo que flotaba en el aire pre-pandemia. Pero quizás haya esperanza en la juventud. Los niños son positividad nata y solo lloran cuando se caen, los retan, se pierden un capítulo de Dragon Ball o se van a morir...


Nada es sagrado en Indonesia... excepto el turismo y el buen Barong (alabado seas, lindo perroleón). Ni siquiera sé de que va la canción (nunca lo supe con ninguna), pero cualquier tema que haga que un cabro chico bachatero te llore ya es demasiado. Si, tuve canciones deprimentes cuando chico cantadas por niños, gracias cabezón Marcelo reculiao por convertirme en un pendejo depresivo, pero esa pena nacía de lo que escuchaba, no del CÓMO me lo cantaban. Pero meh, al menos allá es la onda y esos pendejos deben estar forrados, de qué me quejo. Además solo reforzaron mi punto.

Al final del día, tenemos que Indonesia ha adoptado y adaptado la música cebollera en su esencia primigenia, exacerbando el drama y sacándole provecho comercial en situaciones tristes, como funerales. Unos verdaderos descendientes de Tespis, maestros de las emociones y dueños de su burbuja personal, donde los brazos expresan su dolor como niño recitando poesía en el colegio, pero con la pasión que nunca le pusieron. Porque podrán decir que los latinos somos apasionados y emocionales, pero nunca escuché a Rocío Durcal, Cecilia ni a quien cante en Los Galos ponerle la carga y empuje que los indonesios le pusieron a una escena tan vacua como es la balada romántica. No tengo puta idea de que cantan, pero lloro con ustedes. O me rio, ya ni sé como reaccionar.

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