Children of Men nació en 1992 como una novela distópica preapocalíptica de la pluma de P. D. James, una autora inglesa con un catálogo de novelas policiales a su haber donde esta gema destaca. En ella se nos presenta el atardecer de la humanidad a través del diario de Theo Faron, protagonista y doctor en filosofía retirado de cincuenta y tantos años, y solapado con la autora relatando los eventos no escritos por Theo. En su diario, que abre el 1 de enero del 2021, descubrimos que en 1995 el conteo de espermas de los hombres llega a cero, en un evento conocido como el Año Omega. A medida que la generación nacida en Omega alcanza la madurez y se manifiesta su esterilidad, la población mayor comienza a suicidarse. Los Omegas, quienes heredarán este mundo agonizante, no son más que adolescentes y jóvenes adultos desprovistos de personalidad, fríos y maquinales, que gozaron de los privilegios de ser miembros de una especie en extinción. Los últimos pandas del zoológico.
Para el 2006 la apatía consume a la población y Xan Lyppiat, primo lejano de Theo, asume el papel de Guardián de Inglaterra en una nueva sociedad no democrática, egalitarista y enfocada firmemente en el bienestar. Con esto implico que toda señal de malestar debe desaparecer: los criminales son exiliados a la Isla de Man, ahora una ciudad-cárcel donde la brutalidad es pan de cada día; existen centros pornográficos en todas las ciudades para motivar el deseo sexual de la población y mantener cuenta de cualquier alza en el conteo de esperma y la inmigración es considerada una ventaja social a fin de traer mano de obra esclavizada. Los hogares de ancianos son una carga para el estado, por lo que se establece una festividad secreta llamada Quietus en que los ancianos son drogados y arrojados al mar. Se supone que es voluntario, pero... Quizás a modo de crítica, la autora cuenta a través del protagonista que los noventas podrían ser culpables del decline en el apetito sexual mundial, al promocionar televisión y pornografías cada vez más violentas, el culto al cuerpo y la "buena vida". El sexo seguía existiendo, pero como otro producto más destinado al voyerismo y el consumo.
La historia arranca cuando Theo es contactado por un grupo de disidentes panfletistas llamados Los Cinco Peces, que conocen de la familiaridad de Faron con Xan y le piden entregar un mensaje con cinco puntos importantes, como la abolición de su policía privada, la renuncia a su cargo y la restauración de la democracia, y desarmar la prisión de Isla de Man y dar a conocer publicamente las condiciones de los presidiarios. Theo accede, pero descubre que una miembro del grupo está embarazada. Eso cambia las cosas para todos y el infierno se desata. Theo alguna vez también fue padre, pero perdió a su hijo en un accidente donde el fue el actor principal; ahora es su oportunidad de resarcir sus errores.
Cuando el galardonado director Alfonso Cuarón sacó la adaptación al cine en 2006, hizo varias modificaciones a la historia original, pero lo hizo tan bien que no recibió ningún tipo de coletazo ni de James misma ni de la crítica. Es más, no la voy a recomendar porque estoy seguro de que la mayoría la ha visto y quizás no lo recuerda, pero quien no porfa veala. Ya, hubo recomendación, da igual. Lo mismo con la novela, que vale completamente la pena leer, hayan visto o no la película.
Como decía, el guión es más o menos parecido, pero notarán los cambios: Theo Faron es un oficinista solitario y depresivo, separado de su esposa por el recuerdo del hijo muerto cuando era un bebé. La sociedad entró en colapso desde que la población mundial comienza a volverse estéril sin razón y la tierra se convierte en un campo de batalla, donde solo Inglaterra se salva gracias a su aislamiento. La isla, no obstante, es un estado policial donde la inmigración está fuertemente castigada. Faron es contactado por su ex Julian, que ahora pertenece a un grupo terrorista, para ayudar a una inmigrante africana a ir de punto A a punto B, y debe contactarse con su primo, un ministro del nuevo gobierno militarizado de Reino Unido y "rescatista" de arte, para solicitar el permiso de tránsito, pero las cosas salen mal cuando se entera que está embarazada y los planes son diferentes a los que conocía. No obstante se habla de un grupo científico internacional que opera en ultramar llamado Proyecto Humano, dedicado a la investigación genética en pos de sanar la esterilidad.
A diferencia del libro, donde fácilmente podría ejemplificar con citas del texto mismo que tengo a mi lado pero NO, disponemos de videos para el caso:
Cuarón nos presenta el escenario completo de esta Inglaterra en sus postrimerías solo con un paseo de poco menos de 2 minutos en las calles de Londres. El primer cambio que notamos es que se ambienta en el año 2027, donde eventos similares han llevado al decline de la población y la muerte de los niños más débiles.
La escena que abre la película conjuga con sutileza las ideas de un futuro tecnologizado con las de una distopía del desorden: la tecnología la vemos en las pantallas de publicidad holográfica, que promociona pastillas de eutanasia, drogas de potencia sexual, artículos para mascotas y conteos de espermas obligatorios. No hay autos voladores ni androides haciéndonos el trabajo, la tecnología sigue estando a favor del consumo y el entretenimiento, pero más que nada dedicada al bienestar de la generación moribunda. La viejita con el perro en el café es un guiño a la situación de los habitantes en el universo de la novela, donde las mascotas reemplazaron a los hijos y son quienes ocupan los coches y a quienes se bautiza y casa. No muy diferente a la actualidad. El ambiente del estado policial también está presente, sea detectando a insurgentes o a inmigrantes ilegales, quienes son considerados una amenaza a la estabilidad de la nueva Inglaterra. Es necesario mencionar que en este futuro solo Reino Unido se ha mantenido a salvo de la hecatombe que se ha desencadenado en el planeta, donde la hambruna y las guerras desplazan a millones a este centro de paz aparente.
Nunca he visto una apertura fílmica que, en dos minutos, ya te establezca una situación total solo mediante un buen uso de símbolos. Si algo puedo críticar es el uso del filtro verde, que es un estereotipo visual cuando se filman distopías o escenarios futuristas.
Otro elemento a la vista son las personas en el café, desesperanzadas con la muerte de la persona más jóven en la tierra, un zorrón desagradable quizás más malcriado que los Omega de la novela. La gente está estupefacta por esto, al punto que más adelante no pueden seguir trabajando; la depresión ha consumido a gran parte de las personas y, a quienes decidan renunciar a la vida, el estado les regala un kit de suicidio, especialmente a los adultos mayores.
Respecto a los "autos voladores", las calles siguen llenas de automóviles tradicionales, algunas con computadora integrada y proyección holográfica en pantalla, pero es lo más avanzado que se verá. No hay mochilas voladoras, en vez de eso hay bicicarros y los mismos buses de dos pisos de siempre. Es el mismo país que viste en la tele o la vida real, la tecnología no ha dado pasos agigantados; eso puede pasar en cualquier momento, todo seguirá siendo igual y se deteriorará cuando empecemos a dejar el planeta.
Un dato interesante, aunque no a lo que quiero presentar, es que desde el atentado hasta la siguiente escena suena un pito de tinnitus por casi un minuto hasta que desaparece o nuestro oído se acostumbra. Más adelante, un personaje hace mención a este pitito y dice que son las células de nuestros oídos muriendo mientras escuchamos por última vez esa frecuencia. Cuática analogía.
Otra escena que vale la pena ver, tanto por la belleza de la composición como por ser otro paseo en la decadente sociedad londinense, es esa en que parte In The Court of the Crimson King de King Crimson:
Yep, el "palacio" del ministro es la central de Battersea y ese que flota al fondo es el chancho de Pink Floyd. Frente a todo lo que sea música o referencias a estas o a cualquier arte, me saco el sombrero ante Cuarón. Pero retomando el análisis, lo primero que nos golpea es la sempiterna presencia de grupos religiosos acusándonos de que esto es un castigo de dios por nuestros pecados. No hay tragedia donde no hayan estado ellos apuntando los dedos y llamando adeptos, buscando respuesta y encontrando paz en la rápida. En los sectores de la clase alta, fuertemente resguardados por el ejército, la vida parece haberse paralizado en un instante de paz y felicidad, donde las familias pasean tranquilas por jardines bien cuidados en un crudo constraste con las calles fuera de los muros. Pero si hablamos de diferencias podríamos parar, porque no hemos visto nada. En el último acto, nuestros protagonistas entran a la ciudad-prisión de Bexhill, donde los inmigrantes ilegales y prisioneros políticos han sido enviados a arreglárselas por su cuenta, si es que pueden sobrevivir a las razzias de la policía militar. Aquí la miseria y la deshumanización de sus habitantes es, para los ingleses, o desconocido o algo inherente al estatus de inmigrante.
La mala suerte los lleva a encontrarse con un alzamiento armado dentro de este megaghetto y es donde entra una de las tomas continuas más largas de la película (6 minutos y algo) que a su vez desencadena en una de las más poderosas y emotivas.
Tanto la película como la novela presentan un punto vital para sus desenlaces, que es la esperanza. Al final, el potencial renacimiento humano viene del vientre de una mujer de cuarenta años y disidente social, o de una jóven inmigrante africana a punto de ser enviada a un campo de concentración. Se gastaron millones en revisar una población estable, segura y controlada, pero no el resto de "untermensch" que venían de afuera, pues cada país buscaba la solución para su propia salvación. Al final la esperanza estaba en los pobres, en los desposeídos, los olvidados, aquellos de los que no se espera que nazca el cambio en nuestros futuros. La lucha cesa cuando el bebé de la novela y la película nace. Su llanto nos remueve el corazón, explora y saca a la luz esa búsqueda de la inocencia que perdimos y que creyeron haber extraviado para siempre. Está escrito en nuestro genoma que no podemos hacer daño a un bebé, que debemos protegerlos. Ahora imagínense el remezón que provoca el llanto de una guagua en pleno campo de batalla después de 18 años de infertilidad.
No podemos matar a un bebé, nos dice la moral y el impulso mamífero de la subsistencia. Un bebé no puede hacerte nada, debe ser protegido, él no puede defenderse. "Si los bebés son inocentes no es porque no tengan la intención de hacer mal, sino por falta de fuerza para realizarlo" dijo Agustín de Hipona, acusando a la humanidad de llevar la semilla del mal dentro. Al otro lado del megacontinente, Buda aseveraba que todos nacemos buenos, pero decidimos optar por el mal como respuesta al requerir menos autocontrol. No importa quien tenga la razón, podemos ver al bebé como potencial dictador o mesías, pero sigue la posibilidad de que exista bien dentro de él. Lo mismo con nosotros y nuestros "enemigos". Todos somos ese bebé con un potencial por delante, todos podemos elegir entre ambos caminos y como jueces también recordar que quien juzgamos puede redimirse. Pero nace de él, claro. Las cosas pueden ser buenas y le damos la oportunidad. Nada es definitivo. Todo pasará.
Y ese bebé, que la guerrilla quiere usar como bandera y luz de esperanza, puede ser cualquiera: puede ser la luz en los ojos de quien amas o el simple recordatorio de que detrás de tu enemigo también hay una historia, una persona dueña de esa historia y vidas entrelazadas. Y puede que si colaboráramos para mantener viva esa luz o ese pensamiento, podríamos dedicar nuestras fuerzas en ayudarnos y conseguir una sociedad justa, porque la razón y solución a nuestros problemas somos nosotros mismos. Igual si quieren el punto explicado de mejor manera, menos pedestre, Slavoj Zizek y Naomi Klein, junto a Cuarón, sacaron un documental llamado "La posibilidad de la esperanza" a pito de la película.
Estos días el ambiente de la película es más relevante que nunca. La pandemia nos tiene a todos mal, de una forma u otra. El encierro también reflotó una verdad bien sabida que es la precariedad de vivienda en Chile, lo mismo con la salud. Nuestra sociedad estaba en un punto casi similar a la de la novela y la película, con un culto al placer y la humanización de las mascotas y la deshumanización de grupos étnicos o sociales. La tecnología nos sirvió por años en el entretenimiento y ahora busca dar saltos de gigante para luchar contra el virus. El cisma entre grupos socioeconómicos es más notorio que nunca y la rabia contra el Estado y el modelo económico en que se apoya sigue acumulándose en una olla de presión.
Salimos del toque de queda en nuestros días de levantamiento popular y la constante represión policial a toques de queda sanitarios y las fuerzas armadas pintando monos en las calles, supongo que buscando anticuerpos en sus balas por si pillan al virus. Miles de personas ya han perdido su empleos, mientras yo me resigno a la solución que de la empresa en unas semanas más, pues el empresariado le ha puesto el chaleco salvavidas a sus arcas y los trabajadores tendrán que nadar o hundirse. Cuando las calles no están vacías, hay filas de desempleados y pensionados bordeando cuadras y cuadras en calles con nulo tráfico. Los precios se disparan por la falta de control estatal en estos. En otros países mueren cientos al día víctimas de la pandemia. Es el año en que presenciamos los abusos y vicios del capitalismo, de un modelo que siempre se aseveró que no velaba por las personas y lo vimos, ahí está, en carne y hueso. El modelo económico ya es una bestia, un ser sentiente que adquirió conciencia propia y pretende luchar por su vida a dientes y garras ahora que nadie lo alimenta: Presidentes llamando a la gente a volver a sus trabajos para no hacer colapsar la economía, ministros improvisando tarde a medida que la situación se desenvuelve, empresarios empeñados en no seguir perdiendo ni un peso y a su vez revelando el truco de mago de que este nunca fue el paraíso económico que pintaban, la clase alta desconociendo la cuarentena y dando rienda suelta a su dizque "wanderlust", ciudadanos de a pie aún aglutinándose en lugares cerrados... este es nuestro año Omega con un ligero giro. La población antes envejecía, pero en varios países han muerto miles de adultos mayores. Los ciudadanos en "edad de producción" están estancados, la economía se desploma, el miedo crece y el sistema ha revelado ya sus pies de barro, lo que llevará a constantes alzamientos populares para traer abajo a este ídolo y tendremos dos posibilidades: victoria y un nuevo renacer o un estado policial nacional, si no es que mundial. Es el momento de pensar en que futuro querremos, y visto el de Children of Men, buscar como no llegar a la esencia de éste, que no es más que la exageración de los defectos de nuestra sociedad actual. Véanla y léanla como un espejo a las cosas por venir, más allá del tema de la esterilidad, por ese posible futuro en que nuestro bienestar solo será una pantalla para ocultar el horror que se esconde tras nuestro mirar. Y a su vez guardar la esperanza de que no todo es para siempre, de que el cambio existe, la vida resiste y la humanidad sabe salir adelante. Cuando pase todo, esa esperanza debe ser nuestra fuerza para tomar las herramientas y reconstruir esta ya alicaída sociedad bajo nuevos ojos y hacia nuevos horizontes.
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El último en morir apaga la luz |
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