No todo es buenos reviews y dos pulgares arriba en la tierra del señor. Noonono. No, para nada. Hay mucho vilipendio por repartir en el internet, más después de que William Nye, científico de tele y Netflix, determinara en este estudio que las internets requieren de cantidades enormes de lulz, schadenfreude y odio para seguir activas. Ha sido así desde que se subió el primer video de gordo cayéndose por la escalera. Y claro, está en nuestras manos el cambiar las fuentes de energía de esta vasta red de conocimientos y por fin abrir las puertas a una nueva era de iluminación y hermandad, un nuevo renacimiento o una nueva Atenas en su edad de oro. Si, así será... pero empezaremos un jueves. Por ahora, a lo que nos convoca.
El review, crítica, reseña o la weá que quieran darle por nombre va a un elemento en común que nos une como amigos y hermanos terrícolas inmersos en una sociedad de hormiguero inestable, aunque igual de hacinado: los vecinos. Mis vecinos, en realidad.
La vida en un departamento es compleja. Simple para muchas personas, algunos se ahorran cachos sociales, como los introvertidos, pero no siempre es tan bacán como se ve. En mi caso yo crecí y viví por más de 20 años en una casa pareada, dentro de un pasaje donde se armó vida vecinal desde su fundación. Como la mayoría de los dueños de casa eran compañeros de trabajo, los hijos también fuimos forjando amistades y la mayoría eramos de la misma edad. Todo muy bonito, muy idílico y dizque sueño americano. Yo tampoco era muy de hacer amigos, pero si creo que esta cercanía vecinal me ayudó a formar el círculo que, luchando y casi perdiendo con el tiempo, aún se mantiene.
El caso del departamento es más o menos similar, veo... veía a los cabros chicos antes de que los encerraran juntarse a jugar todos los días, webeando, peleando, llevando una vida social saludable y más o menos parecida a la mía, mas no es así con los vecinos adultos. Hay un grupete que lleva años viviendo acá, otros que son "amigos" por razones etáreas, pero los treinteañeros a cincuenta llevan vidas más o menos encerradas. No se ve el saludo sincero y la conversación que se da en el pasaje, es como que todos tienen recelos del otro, se meten a robar y nadie vio nada, pero siempre hay alguna vieja sapeando que no saluda... es raro, porque tengo vecinos en dos ángulos (al lado y abajo) y no cacho a ninguno. Hay una cercanía casi más invasiva que en la casa pareada en que crecí, se escuchan los peos fuertes, los pichís a las 5 de la mañana, la guagua llorando... nunca sexo, excepto por una vecina de varios pisos más abajo que le gustaba el show constante hasta que le gemí en japonés, pero aún con todos esos elementos a favor de mayor contacto no hay nada. Por otra parte quizás alegue de puro llorón, porque a veces me importa un pico socializar. Solo saludo y de vez en cuando hablo con el vecino que está en diagonal al depa, porque debe tener mi edad y se sabe que es robot juerguista, pero es tela. Aparte quiere a mi gata. No obstante no es lo mismo con los de al lado, que han variado no sé cuantas veces en los últimos 8 años. Recuerdo a las minas que llegaron tipo 2015 si, que eran bien bonitas y estudiantes que salían de farra casi todos los días, pero más que nada porque tuvieron contacto directo con nosotros apenas llegaron para que ayudaramos por un tiempo a la señora y su guagua. Igual como tengo mala memoria no saludé más a las minas, a menos que las viera saliendo o entrando al depa. Y como hacerlo ahí y no en la calle es incómodo, mejor mutis.
El año pasado la cosa cambió, ahora hay una pareja venezolana.
Con esta weá me voy a ganar caleta de bronca, pero deh. Se sabe, ojo, ellos mismos lo saben, que los pueblos tropicalones son ruidosos. Debe ser para hacerse notar sobre una bachata constante que quizás allá emana desde las montañas, pero son ruidosos. Yo tampoco soy un hombre blanco culiao con corbata de moño y que toma tecito viendo el especial de economía en el CNN; también soy bullicioso como cualquier chilenoide: si me curo hablo más fuerte, pongo la música a todo chancho, me flateo y estornudo fuerte (es hereditario, no es mi culpa), grito chuchadas cuando juego y cuando me enojo, hacía karaokes malos, encuentro melódicos los caceroleos... yo cacho que son cualidades y defectos de cualquier persona, en verdad. Y quizás sí, solo un grupo selecto y enorme de colombianos y venezolanos son escandalosos, ruidosos y vociferantes, más de una vez pienso que están matando a alguien o a punto de (generalizar es malo, niños; no lo hagan en la casa, déjenselo a profesionales irresponsables). Y he escuchado peleas maritales brígidas en mi vida de pasaje, pacos y amenazas incluidos. Quizás son tan ruidosos que por eso destacan sobre los tropicalones que NO lo son. Pero el hecho aquí es que conchetumare que son ruidosos. Digo, ¿por qué gritarle a alguien que está frente a ti en una habitación de 3x4, quizás menos? Y a ventana abierta por la chucha. No están curaos, eso lo sé. Se deduce en base a sus conversaciones, completamente mundanas, que en un contexto normal cualquier compañero del cono sur no te gritaría tales palabras en tono de querer matarte.
A veces no sé si son una pareja con un pendejo. A veces suenan 7 personas dentro, todas adultas, pero estoy seguro de que son tres. Y weón, ¿un carrete? Una vez hubo uno de otros vecinos de otro país cercano y conchetumare la weá era como un matadero de chanchos. Pero cuando abrí la puerta para ver si habían armas involucradas vi a dos pelagatos sentados en sillas tomando chela en el pasillo, como cualquier humano. No sé como lo hacen, podrían aprovechar tremenda capacidad vocal pa cantar ópera o bachópera o operachata, no sé, una weá así, en vez de estar haciendo que el prójimo le suba el volumen a la música pa callar a los culiaos. Porque por otra parte soy super paranoico y ansioso, entonces en verdad pienso que están peleando y no quiero ser el vecino que escuchó todo y nunca hizo nada. Y hablando de hacer nada, conversarlo con ellos tampoco se me pasa en mi lista de soluciones porque quizás podría convertirlo todo en un conflicto social y se armaría el verdadero Helter Skelter. Tengo la habilidad de hacerlo, no quiero probarla.
Entonces, ya puesto el caso, admiradas su habilidades glotales y cuestionadas sus habilidades de contexto social, llega la hora del sablazo usando la regla de la Escala Flanderson:
Convivencia (5/10): Los ves saliendo y son piolitas. Son, o parecen ser, buenas personas, honestas y trabajadoras, pero se van a la reconchadesumadre cuando hablan dentro de la casa. Quizás no tienen tanta cosa en el depa y por eso resuena todo, no quiero sapear.
Aislamiento del depa (7/10): Aún con todos los sonidos que nombré, la verdad es que están bien insonorizados. Los venezuelan rompen la barrera de la aislación con poderes bolivarianos. Por otra parte, se supone que escaparon de los poderes bolivarianos... no sé, deben ser poderes neoliberales tropicales.
Capacidad vocal (9/10): Buenísima, harto aguante y potencia, pero entonación culiá pal pico. En todo caso debe ser como escuchar chilenos siendo uno extranjero, preguntándose"¿por qué carajo hablan así estos rotos, pata? ¿Por qué mierda estos huevones no terminan las palabras y hablan por la nariz?". Bueno, en el caso de ellos el tono es como si pelearan siempre. Me hablan así por media hora y les saco la chucha porque no sé que me estarían diciendo, pero es como que me sacarn la madre constantemente. Me molerían de vuelta, obviamente, y posiblemente termine con la cara como campeón.
Buenavecindad (1/10): No quiero decir cero porque ese uno es un potencial de tener que pedir ayuda o ayudarlos. Igual mejor no pelearse con el vecino próximo en un depa. Con el culiao del tercer piso con el perro ruidoso sí, vive lejos. Ahí es cuando entiendes la política internacional.
Pérdoneme, pero discúlpeme, pero se ganaron soberano rojo. O un 4, no sé, promediar es más fácil en positivo, porque no lo hago.
PD: Al cierre de esta edición me vine a dar cuenta de que puse algunas referencias a Betty la Fea, tal vez solo una, cuando la teleserie era colombiana. Eso es porque Venezuela nunca produjo nada memorable más que esas series malas donde salía Quico y democracias inestables ¡AY, MAMÁ! ¡Y SE DIVER-TI-RÁN!
El review, crítica, reseña o la weá que quieran darle por nombre va a un elemento en común que nos une como amigos y hermanos terrícolas inmersos en una sociedad de hormiguero inestable, aunque igual de hacinado: los vecinos. Mis vecinos, en realidad.
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"Vino toda la familia del surópolis, vecinillo" |
La vida en un departamento es compleja. Simple para muchas personas, algunos se ahorran cachos sociales, como los introvertidos, pero no siempre es tan bacán como se ve. En mi caso yo crecí y viví por más de 20 años en una casa pareada, dentro de un pasaje donde se armó vida vecinal desde su fundación. Como la mayoría de los dueños de casa eran compañeros de trabajo, los hijos también fuimos forjando amistades y la mayoría eramos de la misma edad. Todo muy bonito, muy idílico y dizque sueño americano. Yo tampoco era muy de hacer amigos, pero si creo que esta cercanía vecinal me ayudó a formar el círculo que, luchando y casi perdiendo con el tiempo, aún se mantiene.
El caso del departamento es más o menos similar, veo... veía a los cabros chicos antes de que los encerraran juntarse a jugar todos los días, webeando, peleando, llevando una vida social saludable y más o menos parecida a la mía, mas no es así con los vecinos adultos. Hay un grupete que lleva años viviendo acá, otros que son "amigos" por razones etáreas, pero los treinteañeros a cincuenta llevan vidas más o menos encerradas. No se ve el saludo sincero y la conversación que se da en el pasaje, es como que todos tienen recelos del otro, se meten a robar y nadie vio nada, pero siempre hay alguna vieja sapeando que no saluda... es raro, porque tengo vecinos en dos ángulos (al lado y abajo) y no cacho a ninguno. Hay una cercanía casi más invasiva que en la casa pareada en que crecí, se escuchan los peos fuertes, los pichís a las 5 de la mañana, la guagua llorando... nunca sexo, excepto por una vecina de varios pisos más abajo que le gustaba el show constante hasta que le gemí en japonés, pero aún con todos esos elementos a favor de mayor contacto no hay nada. Por otra parte quizás alegue de puro llorón, porque a veces me importa un pico socializar. Solo saludo y de vez en cuando hablo con el vecino que está en diagonal al depa, porque debe tener mi edad y se sabe que es robot juerguista, pero es tela. Aparte quiere a mi gata. No obstante no es lo mismo con los de al lado, que han variado no sé cuantas veces en los últimos 8 años. Recuerdo a las minas que llegaron tipo 2015 si, que eran bien bonitas y estudiantes que salían de farra casi todos los días, pero más que nada porque tuvieron contacto directo con nosotros apenas llegaron para que ayudaramos por un tiempo a la señora y su guagua. Igual como tengo mala memoria no saludé más a las minas, a menos que las viera saliendo o entrando al depa. Y como hacerlo ahí y no en la calle es incómodo, mejor mutis.
El año pasado la cosa cambió, ahora hay una pareja venezolana.
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Buscaba una de Maduro y Guaidó, pero esta me dio más risa. Debería venir con un gorro de aluminio incluido. |
Con esta weá me voy a ganar caleta de bronca, pero deh. Se sabe, ojo, ellos mismos lo saben, que los pueblos tropicalones son ruidosos. Debe ser para hacerse notar sobre una bachata constante que quizás allá emana desde las montañas, pero son ruidosos. Yo tampoco soy un hombre blanco culiao con corbata de moño y que toma tecito viendo el especial de economía en el CNN; también soy bullicioso como cualquier chilenoide: si me curo hablo más fuerte, pongo la música a todo chancho, me flateo y estornudo fuerte (es hereditario, no es mi culpa), grito chuchadas cuando juego y cuando me enojo, hacía karaokes malos, encuentro melódicos los caceroleos... yo cacho que son cualidades y defectos de cualquier persona, en verdad. Y quizás sí, solo un grupo selecto y enorme de colombianos y venezolanos son escandalosos, ruidosos y vociferantes, más de una vez pienso que están matando a alguien o a punto de (generalizar es malo, niños; no lo hagan en la casa, déjenselo a profesionales irresponsables). Y he escuchado peleas maritales brígidas en mi vida de pasaje, pacos y amenazas incluidos. Quizás son tan ruidosos que por eso destacan sobre los tropicalones que NO lo son. Pero el hecho aquí es que conchetumare que son ruidosos. Digo, ¿por qué gritarle a alguien que está frente a ti en una habitación de 3x4, quizás menos? Y a ventana abierta por la chucha. No están curaos, eso lo sé. Se deduce en base a sus conversaciones, completamente mundanas, que en un contexto normal cualquier compañero del cono sur no te gritaría tales palabras en tono de querer matarte.
A veces no sé si son una pareja con un pendejo. A veces suenan 7 personas dentro, todas adultas, pero estoy seguro de que son tres. Y weón, ¿un carrete? Una vez hubo uno de otros vecinos de otro país cercano y conchetumare la weá era como un matadero de chanchos. Pero cuando abrí la puerta para ver si habían armas involucradas vi a dos pelagatos sentados en sillas tomando chela en el pasillo, como cualquier humano. No sé como lo hacen, podrían aprovechar tremenda capacidad vocal pa cantar ópera o bachópera o operachata, no sé, una weá así, en vez de estar haciendo que el prójimo le suba el volumen a la música pa callar a los culiaos. Porque por otra parte soy super paranoico y ansioso, entonces en verdad pienso que están peleando y no quiero ser el vecino que escuchó todo y nunca hizo nada. Y hablando de hacer nada, conversarlo con ellos tampoco se me pasa en mi lista de soluciones porque quizás podría convertirlo todo en un conflicto social y se armaría el verdadero Helter Skelter. Tengo la habilidad de hacerlo, no quiero probarla.
Entonces, ya puesto el caso, admiradas su habilidades glotales y cuestionadas sus habilidades de contexto social, llega la hora del sablazo usando la regla de la Escala Flanderson:
Convivencia (5/10): Los ves saliendo y son piolitas. Son, o parecen ser, buenas personas, honestas y trabajadoras, pero se van a la reconchadesumadre cuando hablan dentro de la casa. Quizás no tienen tanta cosa en el depa y por eso resuena todo, no quiero sapear.
Aislamiento del depa (7/10): Aún con todos los sonidos que nombré, la verdad es que están bien insonorizados. Los venezuelan rompen la barrera de la aislación con poderes bolivarianos. Por otra parte, se supone que escaparon de los poderes bolivarianos... no sé, deben ser poderes neoliberales tropicales.
Capacidad vocal (9/10): Buenísima, harto aguante y potencia, pero entonación culiá pal pico. En todo caso debe ser como escuchar chilenos siendo uno extranjero, preguntándose"¿por qué carajo hablan así estos rotos, pata? ¿Por qué mierda estos huevones no terminan las palabras y hablan por la nariz?". Bueno, en el caso de ellos el tono es como si pelearan siempre. Me hablan así por media hora y les saco la chucha porque no sé que me estarían diciendo, pero es como que me sacarn la madre constantemente. Me molerían de vuelta, obviamente, y posiblemente termine con la cara como campeón.
Buenavecindad (1/10): No quiero decir cero porque ese uno es un potencial de tener que pedir ayuda o ayudarlos. Igual mejor no pelearse con el vecino próximo en un depa. Con el culiao del tercer piso con el perro ruidoso sí, vive lejos. Ahí es cuando entiendes la política internacional.
Pérdoneme, pero discúlpeme, pero se ganaron soberano rojo. O un 4, no sé, promediar es más fácil en positivo, porque no lo hago.
PD: Al cierre de esta edición me vine a dar cuenta de que puse algunas referencias a Betty la Fea, tal vez solo una, cuando la teleserie era colombiana. Eso es porque Venezuela nunca produjo nada memorable más que esas series malas donde salía Quico y democracias inestables ¡AY, MAMÁ! ¡Y SE DIVER-TI-RÁN!
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